martes, 29 de noviembre de 2011

Ferias en Quillacollo impusan la economía familiar y sabiduría ancestral

La feria de la leche y sus derivados, de los productos agroecológicos y la manzana camuesa, feria de camélidos, del mote y la ambrosía, son parte de las 17 ferias que promueven el desarrollo integral de comunidades en Quillacollo.

Este municipio es catalogado por el Viceministerio de Desarrollo Rural y Agropecuario como el municipio con mayor número de ferias. El fortalecimiento a la economía familiar, la revalorización de la sabiduría ancestral, la revitalización de la identidad cultural y productiva, así como el fortalecimiento de relaciones de reciprocidad intercomunal -y ahora del campo-ciudad-son parte de los múltiples beneficios que dejan estas ferias.

Herreros de Ironcollo que aportaron con armas en batallas de Hamiraya, ferias gastronómicas que conservan e innovan las recetas de los antepasados, exposición de camélidos y otros que impulsan proyectos de mejoramiento genético, son algunos resultados que cada día impulsan a las comunidades a descubrir sus potenciales productivos.

En un territorio de 1650 kilómetros cuadrados, con 60 por ciento de tierras para el cultivo y pastoreo, Quillacollo ha aprovechado cada uno de sus pisos ecológicos identificando los potenciales productivos para promoverlos en ferias que se complementan con iniciativas turísticas, científicas, económicos y educativas. “Tenemos todavía un 60 por ciento aproximado de tierras cultivables, pero la pena es que las más fértiles se están poblando”, explica la responsable de la Dirección de de Medio Ambiente y Desarrollo Productivo, Eusebia Dávila.

La particularidad del municipio es que en cada actividad trasladan a los visitantes hasta las zonas productivas, y seducen a los visitantes con productos frescos y recién salidos de la tierra rodeados de un paisaje que cautiva su atención; esta estrategia es fortalecida por el espíritu turista y aventurero de la población, y el trabajo especializado de instituciones y ONGs, que en su interrelación con los productores, son promotores de nuevos proyectos.

“Con las ferias, nosotros estamos conociendo otras instituciones, y ya no tenemos que esperar sólo la ayuda del municipio”, explica el presidente del Sindicato Agrario Molle Molle, Pastor Carrillo, quien señala que gracias a la feria, ahora tienen el apoyo de una Fundación (Valles) que les ayuda a mejorar las técnicas de producción, y que además tienen en mente otro proyecto para frenar el contrabando de flores de Perú y Ecuador.

Parte del éxito de las ferias en Quillacollo se refleja en la motivación que éstas han despertado en sus habitantes para impulsar la producción agrícola; en la localidad de Cotapachi por ejemplo, este año, han destinado el 80 por ciento de sus recursos del POA para la inversión en obras de infraestructura agrícola, como en el revestimiento de canales de riego.

“Antes sólo pedían tinglados y canchas, pero ahora ellos están más preocupados por el tema productivo”, según explica el técnico de la dirección de Medio Ambiente y Desarrollo Productivo, Jesús Flores.

Asimismo, vecinos de Tacata Purgatorio, demostraron que no se necesitan grandes terrenos para desarrollar emprendimientos productivos. Desde hace tres años, apoyados por una ONG, cultivan en sus huertos y jardines manzanas agroecológicas; en marzo de cada año exponen lo mejor de la manzana camuesa y sus derivados.

Para otras comunidades como Molle Molle, la motivación inicial partió de una necesidad de salir del olvido y el anonimato. “Nuestro interés no era tanto vender, queríamos hacer conocer que existimos y que la gente sepa qué hacemos y cómo producimos”, expresa Carrillo; en tres comunidades de su zona, se realiza por tercer año consecutivo, la feria de las flores a campo abierto.

En la interrelación de actores que participan en las ferias, se advierte relaciones de intercambio y reciprocidad entre los mismos comunarios de la zona, pero también entre visitantes de la ciudad, y/o empresas e instituciones que llegan para ofrecer su apoyo.

Tal es el caso de la feria de camélidos, que se desarrolla en la carrera de Veterinaria de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), donde instituciones como el Servicio Departamental Agropecuario (Sedag), el Banco Nacional de Germoplasma de Camélidos (Bancamel), así como la Asociación de Productores de Camélidos, trabajan en la mejora de las razas, así como de lana y carne.

Todos estos avances le dan a las comunidades mejores condiciones para la producción textil, pero también una mejor producción para la alimentación de la población en general. “Antes se veía a la carne de llama con desprecio, ahora la gente conoce sus bondades y con su consumo apoyan la producción”, señala Flores, a tiempo de reflejar que el crecimiento de este rubro se expresa en el número de restaurantes en este municipio; de cero a 10 pensiones en cinco años.

Datos.

Propósitos

El municipio de Quillacollo, tienen diferentes propósitos para el desarrollo de las ferias, entre éstos: 

- Generar movimiento económico en las comunidades.

- Potenciar y posicionar productos de las comunidades a nivel local y nacional.

- La exposición y promoción de los potenciales turísticos.

- Fomentar la inversión hacia sectores productivos.

- Generación de una conciencia en autoridades, productores para la producción agrícola y pecuaria.

- Conservación y respeto a las tierras agrícolas.

- Mejora de la oferta alimentaria en mercados locales.

- Promover el protagonismo de los actores locales, como promotores de su desarrollo.

150 ferias para 52 domingos

En el departamento de Cochabamba son más de 150 ferias que se desarrollan los fines de semana. Considerando que el año tiene sólo 52 fines de semana, -en promedio- la población tiene tres alternativas diferentes cada domingo, según los registros de la Unidad de Turismo de la Gobernación de Cochabamba.

Según el economista e investigador del Centro Universitario Agruco/ UMSS, Domingo Torrico, la actividad generada en las ferias productivas rurales todavía es considerada “economía informal, que no ingresa como riqueza en las cuentas del país”.

Asevera que esta actividad tiene todos los elementos para estructurar la economía plural del país que establece la Constitución Política del Estado. Torrico exalta virtudes de lo comunitario y la reciprocidad. “Las ferias campesinas no sólo eran un flujo de personas, productos, dinero, sino también un flujo y reflujo de energía, sentimientos de fraternidad, amistad, colaboración y ayuda mutua”, enfatiza Torrico, quien contrapone al mercado donde prevalece; la competencia e individualismo.

Las nuevas ferias incorporan a los productores campesinos a un mundo de mercantilización

La economista, y secretaria de Planificación de la Gobernación, María Hilda Rodríguez resalta la esencia de las ferias rurales y los cambios a los que están expuestas, entre éstos la “mercantilización”.

“Desde nuestros antepasados, las ferias rurales, han cumplido una función integradora y articuladora de habitantes de diferentes territorios, sean éstos rurales, campesinos o urbanos”, explica Rodríguez, que destaca las nuevas formas de comunicación e intercambio cultural que se fueron creando y recreando en el tiempo.

ECONOMÍA En la economía comunitaria, el intercambio y el trueque, con productos de diferentes pisos ecológicos eran la base de su dinámica.

Campesinos de las zonas altas llegaban a los valles con cereales andinos, lana, textiles, tubérculos y leguminosas para intercambiarlos con productos como frutas, hortalizas, y maíz.

Ante el crecimiento de estas ferias -“del pichón”, “del rosquete”, “de las plantas ornamentales”- advierte del peligro de la mercantilización.

“El rol principal de estas ferias ahora, es económico mercantil, los productores entran al circuito del dinero de vender para comprar, comprar para producir, producir para vender y comprar para vender; vender para volver a comprar y ganar más dinero”, explica Rodríguez.

La autoridad resalta que en este escenario los principios de vida desaparecen. Asimismo señala que en el proceso de mercantilización, las nuevas ferias de las sociedades rurales crean circunstancias y momentos para mostrar las ofertas posibles de ser vendidas en cada territorio.

Pero las virtudes, pesan más para Rodríguez, que advierte la principal fortaleza y aporte en la visibilización y fortalecimiento de las características productivas y culturales de una región multifacética.

Los solemnes mercados

Las ferias, desde la época del incario, estaban asociadas a festividades o rituales ancestrales; una feria rebasaba el marco puramente local, coincidiendo con días de fiestas cívicas y religiosas, “un mercado solemne” como diría Bertonio, autor de uno de los diccionarios aymara quechua. Estas fiestas estuvieron constituidas por los días de mercado con peregrinaciones y eran utilizadas por los jefes para reunir a sus súbditos y hacerles conocer sus resoluciones.

Esta gran concurrencia de gente creaba la necesidad del mercado, de más alimentos y bebidas. Esas ferias o mercados solemnes en la actualidad se reproducen en las ferias campesinas, que pueden ser semanales y anuales, y que se realizan por lo general en casi todas las comunidades campesinas del occidente boliviano, donde se socializan los problemas, las expectativas, y todo lo

concerniente a los intereses de los pobladores rurales.

En las comunidades andinas los jóvenes aprovechan ese tiempo-espacio para lucir sus mejores prendas, realizar relaciones de noviazgo, adquirir

novedades “urbanas”, o simplemente pasear.

En los últimos tiempos, cuando se empiezan a realizar las denominadas ferias especializadas, desde la feria de la “chicha”, el “buñuelo”, del “pichón”, del “pampaku”, del “pescado”, del “puchero”, etc. de acuerdo a la iniciativa y potencialidad productiva

de los municipios, sobre todo rurales, las cuales ya vienen impregnados de un tinte “meramente mercantil”, es decir un contagio de la dinámica capitalista en la que

los objetivos de querer mostrar y difundir el potencial productivo del municipio se ha tergiversado a objetivos de obtener alguna ganancia.

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