lunes, 2 de abril de 2012

La Feria de Ramos de El Alto se llena de vacas y ovejas peruanas

La mayoría del ganado ovino, vacuno y porcino que se ofertó ayer en la Feria de Ramos en la ciudad de El Alto llegó desde Perú.

“Llevate esa oveja, es de la raza Janchiri Dam, tiene sólo ocho meses y mirale, tiene las patas gruesas, el pecho robusto y además es más grande que el resto”, ofertaba ayer Ulises, un joven peruano que llegó a El Alto específicamente para vender, en la Feria de Ramos, su ganado.

El ovino llamaba la atención de la gente que asistía al sector, por las características anotadas y todo aquel que se acercaba preguntaba ¿a cuánto cuesta? A lo que el comerciante contestaba rápidamente: 3.800 bolivianos.

Ulises aseguró que éste es el primer año que llega a El Alto a vender su ganado y asegura que le fue muy bien.

“Me trajo mi cuñado que viene más de cinco años”, enfatizó.

A unos metros de él estaba Juan, también de Perú, quien ofrecía ganado vacuno. Una vaca lechera vale 8.800 bolivianos.

“La gente compra más nuestro ganado, porque es de raza y mejor alimentada”, aseguró muy contento por la venta realizada.

Esta feria que se realiza anualmente desde hace una década se inicia con la celebración del último día de la Cuaresma, según la Iglesia Católica, y se caracteriza por la venta o trueque de diferentes productos y ganado de varios departamentos del país, como Sucre, Potosí, las cabeceras de valle paceño, además de las provincias del altiplano.

Sin embargo, este año la mayoría de las reses fueron traídas desde el vecino país. “Ese ganado se trajo desde la frontera, en el Desaguadero”, explicó el secretario general del municipio alteño, Sergio Choque.

El campo ferial se extiende por más de cinco hectáreas y a lo largo de las urbanizaciones Mariscal Sucre y Villa Cooperativa, de la zona de Río Seco. Congrega a centenares de vendedoras y compradores, que por lo general acuden del área rural.

En el sector no sólo hay la venta de ganado, sino también de otros productos alimenticios, como papa, chuño, abarrotes, frutas, verduras y otros. Además de cerámica, muebles y todo lo que uno puede imaginar.

Aunque la feria es un poco desordenada, también se armaron hornos de barro improvisados para ofrecer platos al horno, pero también comida típica.

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