domingo, 2 de junio de 2013

Bolivia exportó a Honduras el modelo de la feria a la inversa

La feria a la inversa es un modelo de contratación que nació en Bolivia en 2004, pero desde hace un año se aplica también en Honduras, donde obtuvo resultados positivos.

“Organizamos ferias a la inversa ya con siete ministerios en Honduras, y se han firmado contratos por varios millones de dólares. Ha sido una experiencia muy buena. Este instrumento fue bien recibido en ese país”, explica Flavia Giménez, coordinadora nacional de la Fundación Feria a la Inversa.

Este sistema -explica la ejecutiva- es en realidad una “feria al revés”, en la que los compradores exhiben sus demandas y los oferentes compiten entre sí por vender su producto o servicio.

Precisamente la experiencia en Honduras permitió a esta fundación boliviana -que ostenta la propiedad intelectual del modelo- darse cuenta que este sistema se adecúa a las normativas de otros países, porque según Giménez “apuesta a la transparencia” en la ejecución presupuestaria en los procesos de contratación públicos como privados.

El año pasado, en la más reciente muestra que se desarrolló en ese país centroamericano, Ian Waker, representante del Banco Interamericano de Desarrollo, destacó cómo emergió y se consolidó el instrumento en Bolivia, que incluso por los resultados que alcanzó, “hasta el sector privado” lo requirió en sus contrataciones.

La primera feria a la inversa se realizó en El Alto en 2004. Desde entonces se organizaron más de 80. En mayo pasado se efectuó una con Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, en la que se adjudicaron 44 millones de dólares. Un proyecto que se contrató en esa oportunidad fue la perforación del pozo Liquimuni, en el norte de La Paz, por 12 millones de dólares.

Los beneficios del modelo

El senador masista Eugenio Rojas -quien fue alcalde de Achacachi cuando se efectuó en su municipio la feria a la inversa- destaca la transparencia en la contratación que impulsa este modelo, debido a que es una herramienta que se utiliza de forma pública.

Además de ese elemento, Giménez resalta que otro beneficio es la ventaja, por igual, que se da tanto a contratantes como a proponentes.

“El comprador va a recibir muchas ofertas y podrá elegir la mejor; y el vendedor se va a esforzar para mejorar porque sabe que va a competir”, afirma.

Lo anterior remite al “ahorro de recursos” que se consigue a través de la competencia de los ofertantes, porque éstos, al estar en disputa, “bajan los precios”.

A ello, Giménez añade también “el ahorro en los tiempos administrativos” que se logran, pues a diferencia de un proceso de “licitación largo”, en la feria la adjudicación es hasta la firma del contrato.

El balance y las perspectivas

A la hora de hacer un balance de los diez años de vigencia de este instrumento, la coordinadora nacional destaca que en ese lapso se firmaron más de 15.000 contratos por más de 120 millones de dólares, se generó el ahorro de cerca de 20 millones de dólares y se capacitó a más de 45.000 empresarios para realizar propuestas.

La ejecutiva señala que lo que hace falta para que el Gobierno y los distintos ministerios se inmiscuyan de lleno en este sistema es el deseo de dar ese paso.

“Existe el instrumento en Bolivia y éste genera un ahorro mucho mayor al costo mismo que puede ser una feria a la inversa por la sana competencia que se genera, lo que lo hace muy rentable. Yo creo que lo único que falta es voluntad”, sostiene.

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