lunes, 8 de mayo de 2017

un atractivo de la feria 16 de julio de El Alto



EN LA FERIA DE JUEVES Y DOMINGOS | EN ELLA SE PUEDE ENCONTRAR DESDE VITROLAS O TOCADISCOS Y RELOJES CUCÚ, HASTA BILLETES, MONEDAS Y OTROS OBJETOS DE ANTES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.

Hay gente a la que le gusta coleccionar diferentes tipos de objetos, entre ellos antigüedades. Adquirirlos es una aventura porque se tiene que recorrer anticuarios, que en la ciudad de La Paz y El Alto hay muy pocos. Para esos coleccionistas que aprecian lo antiguo, la Feria de la zona 16 de Julio es una excelente opción pues tiene un sector denominado el anticuario ambulante.

Ahí se puede encontrar todo tipo de objetos antiguos, desde monedas, radios, candelabros y vitrolas, entre otros. Jueves y domingo se instalan los puestos en la calle René Vargas, lugar estratégico pues está cerca de la estación de la Línea Roja del Teleférico, el final de las gradas de la pasarela de la Autopista y el ingreso al sector de la venta de autos.

Un puesto en particular llama la atención pues, a primera vista, se observa un reloj de medio metro de altura, tallado en madera, barnizado con números romanos y dos vitrolas cuadradas de madera, de unas 25 pulgadas de altura y 30 de ancho aproximadamente.

¿cuánto cuesta el reloj cucú?, pregunta un hombre señalando al reloj.

“Este no es cualquier reloj, este reloj cucú fue traído desde España en 1935 en plena segunda guerra mundial, fue llevado a la ciudad de Potosí por un empresario minero aliado de Patiño (el ‘barón del estaño’, Simón I. Patiño en 1940, empresario minero y político, fue uno de los hombres más ricos del mundo, hasta la Revolución Nacional de 1952)”, responde la vendedora, Carla Pinto.





LOS COMERCIANTES

Las calles de la Feria 16 de Julio son ocupadas por puestos de una diversidad casi única de productos que se ponen a la venta los jueves y los domingos. La popular Feria es una de las más grandes del país y reconocida internacionalmente y ahí se puede encontrar desde un alfiler hasta repuestos de tractores.

Belizario Huanto Ticona, de 57 años, y su esposa Carla Marcela Pinto Quispe de 55 años, se levantan a las 05.00 y bien abrigados se dirigen a su depósito en la Feria 16 de Julio. De allá sacan los objetos antiguos, la gran mayoría del siglo pasado que acomodarán en su puesto de venta junto con vitrolas y un toca discos del año 1915 y un reloj cucú de 1935, para que los curiosos, nostálgicos, coleccionistas, compradores alteños y paceños adquieran antigüedades con historia incluida.

“Yo llevo 20 años vendiendo productos antiguos que incluso son de tiempos de la Colonia, nosotros los recogemos, los arreglamos, los pulimos y también compramos cuando nos vienen a ofrecer algo interesante; tenemos algunos productos de más de treinta, ochenta o cien años; por ejemplo, este mechero es de 1920 que aún funciona”, cuenta Ticona mientras muestra a un comprador el mechero de color dorado con una válvula de querosén y un agarrador de vidrio.

Dos de los objetos más atractivos son dos cajas de madera barnizadas que Belizario Huanto abre como cajitas musicales, se trata en realidad de una vitrola de la marca RCA Víctor de la época de la segunda guerra mundial y un tocadiscos de la marca STEREO PONIC de los años 50. La primera con una palanca en la parte inferior para que pueda dar vueltas un clásico en vinilo de Mozart, que se escucha en un pequeño alta voz y la otra eléctrica con un parlante incorporado.

“Estos son dos de mis objetos más preciados, ésta es mi vitrola de 1945, aún funciona y para que toque se necesita una palanca, es muy compacto y de vez en cuando lo pongo a funcionar; no está a la venta, aunque lo puedo pensar, claro, por un precio razonable”, dice.

En su puesto de venta, tres o cuatro metros de largo y ancho, también se encuentra billetes y monedas de 1920 hasta 1950; no obstante, también acapara la atención una máquina de zurcir tela y otra de remendar zapatos o botas de los años 1930 y 1950, respectivamente, según dice Huanto; una de ellas, la de zurcir tela, es algo pesada pero pequeña de unos 25 centímetros de ancho y 15 centímetros de largo, hecha en su totalidad de fierro con una manivela conectada a un costado y su propio soporte para mantenerla erguida.

Al ver las maquinarias uno se da cuenta de que tienen bastantes años y recorrido, también se puede notar algunos rastros de pintura azulada descascarada que aún quedan como vestigio de su manipulación que en determinado tiempo funcionó eficazmente; ahora está algo oxidada y difícilmente puede moverse.

Consultada sobre la máquina de zurcir, Carla Pinto explica que el aparato tiene más de 80 años y que perteneció a un chuquisaqueño.

“Ésta es una máquina de zurcir muy antigua, un chuquisaqueño nos la vendió hace dos años, si la memoria no me falla, era de su mamá o de una pariente, una de las primeras que llegaron a Sucre en 1930, no funciona tan bien como antes pero es una pieza muy bonita para la decoración de una sala o un museo, en esos tiempos costaba un dineral, no obstante, te la podemos vender en 150 bolivianos”, ofrece Pinto a un universitario.

También tiene tres planchadoras de ropa, hechas en su totalidad de metal, pesadas, algo oxidadas con un agarrador grueso de unos 10 centímetros de tamaño.

“Estas planchitas son uno de los objetos más antiguos que tengo a la venta, se calentaban a fogón para planchar las camisas de los collas de antaño, alguna que otra de ellas tiene más de 100 años y su costo es de 400 a 800 bolivianos”, explica la vendedora Pinto.

Los clientes de la familia Huanto vienen de varias partes del país; sin embargo, también hay extranjeros que los conocen y que vienen exclusivamente a su puesto para llevarse algún recuerdo.

“Viene gente de todas las ciudades del país, a veces vienen turistas que se llevan cosas pequeñas como recuerdos; también vienen personas famosas, periodistas, directores de cine, en una oportunidad vino el piloto alteño Fortunato Maldonado (piloto boliviano que participó en cuatro oportunidades en el Dakar, una de las competencias más extremas del mundo), le gustó una decoración del niño Jesús en metal y de vez en cuando, también me visita gente de la Alcaldía alteña”.



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Uno de mis sueños es lograr tener un pequeño museo para poder exponer todos los objetos
José Luis Quispe Condori

UN MUSEO

“Uno de mis sueños es lograr tener un pequeño museo para poder exponer todos los objetos que tengo, mis vitrolas, los billetes antiguos y monedas, las planchas de metal, las estufas y otros objetos a los cuales yo les tengo mucho afecto, para que la gente y sobre todo los chicos y jóvenes aprecien la historia”, dice el comerciante Huanto mientras manipula y oferta una estufa de metal de más de 80 años, con símbolos coloniales, que funciona a base de carbón que también sirve de cocina. Eso se utilizaba en tiempos donde no existía el gas para hervir el agua, que una familia orureña quiere adquirir para la sala de su casa.



UNA PASIÓN

Belizario Huanto, exmaestro de historia y jubilado del magisterio paceño, y Carla Pinto, costurera de sombreros de cholitas, son pareja desde hace 15 años. En su tiempo libre se dedican a la venta de antigüedades en la feria 16 Julio no solo como forma de subsistencia para su familia sino por pasión por la historia.

“En Bolivia tenemos muchas riquezas, tenemos tantos recursos y tanta historia, yo soy jubilado del magisterio, siempre me gustaron los objetos antiguos, en alguna que otra oportunidad me trajeron un mueble de 1900 pero unos jóvenes coleccionista de Sucre, ni bien los vieron, lo compraron a un buen precio”, comenta Belizario, que prefiere reservarse el costo de su negocio.

“Yo, la verdad, me dedico a esto no sólo por vender sino porque soy un fanático de las antigüedades, de su historia, de su recorrido por nuestro país o por otros, yo mismo tengo algunos objetos en mi casa”, no obstante, “tengo otros negocios para mantener a mi familia, debo dedicarme a otras actividades porque sólo con mi puestito no podría mantener a los míos; pero para ser honesto, este negocio para mí, mi esposa y mi familia, es toda una pasión”, finaliza Huanto, padre de dos hijos que aún están estudiando.



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