El ambiente es calmado y tranquilo, en la avenida Sudamericana cuando son las 10:00 de la mañana. Luego de una ardua jornada y de máxima afluencia, las carpas donde se exponían anoche las ilusiones hoy son espacios precarios donde los comerciantes tratan de adaptarlo para su descanso y otras necesidades.
Solo basta recorrer quince minutos los pasillos de la feria itinerante para darse cuenta que detrás de la feria de los sueños, hay un sinfín de historias de trabajo, dedicación y ante todo de sacrificio.
La realidad detrás del comercio de las ilusiones. Rostros cansados, personas que reposan sobre el piso, madres criando a sus niños en la precariedad y el hacinamiento, largas colas para acceder a un balde de agua o enfrentando todo tipo de adversidades como el viento, el polvo y el calor son parte de la travesía que les toca enfrentar prácticamente los 365 días del año a los artesanos que llegan de los departamentos del occidente para expandir su arte.
"No es fácil. A mucha gente le gusta la feria de Alasitas porque le ofrecemos un mundo de sueños e ilusiones, ven lo bonito o algunas veces lo ven mal el trabajo que realizamos, piensan que somos una lacra que llega a llenarse los bolsillos y ensuciar sus veredas, pero solo nosotros sabemos todos los sacrificios que hacemos”, señala la señora Milene Quispe, mientras aprovecha el receso para lavar algunas prendas de su hijo.
"Llegué con mi suegra y pedí a mi comadre que me acompañe, para que me ayude porque me daba miedo, la otra vez estando con mi esposo me quitaron mi renta", cuenta la mujer "Alquilar un cuarto ni se me pasa en la mente porque no ganamos lo suficiente para esta comodidad y además corremos el riesgo de que nos roben la mercadería", complementa Yaneth Orozo, compañera de la mujer.
Limitaciones y retos. Si hay algo que nos caracteriza es la solidaridad para sobrellevar esta vida que no es la que queremos pero es la que nos toca vivir, sin nuestras familias y con todas las limitaciones que nos toca como la falta de servicios y un lugar acorde a nuestra necesidad”, señala Rubén Montaño mientras resalta que estos inconvenientes no solo lo viven en estas fechas, sino los 365 días del año.
"Hay lugares en donde la gente no quiere ni que usemos las sombras de sus árboles mientras que hay otras que nos tienden la mano y nos ayudan y nos brindan sus aceras para descansar o sus casas para que hagamos nuestras necesidades básicas”, dice el hombre mientras acomoda sus productos para enfrentar una nueva jornada de ventas en un pequeño espacio de menos de dos metros cuadrados "Uno se acostumbra a todo, pero quisiera tener mejores condiciones para trabajar, Promovemos cultura viva aunque somos un sector olvidado que no es de interés de las autoridades”, dijo.
Obra
Anuncian un espacio específico para ellos
La necesidad de un espacio adecuado no solo para esta feria itinerante sino para las ferias de temporada que se realizan permanentemente en la ciudad, son una tarea pendiente para las autoridades municipales que deben lidiar al igual que los diversos sectores de comerciantes para preservar el orden y la organización de la ciudad.
Se conoce que hay un proyecto de la Alcaldía Municipal que apunta a la construcción de un espacio exclusivo para la realización de este tipo de eventos. Sin embargo, se desconoce aún el tiempo en que esta promesa pueda ser palpable para los sectores que lo necesitan.
Historias
Constantino garcía: "Viajo hace 20 años y quiero hacerlo hasta no poder". Todo el año estoy lejos de mi familia, ellos comprenden que hago esto para sacar adelante a mis hijos, uno se acostumbra a la incomodidad.
Pamela Ramírez: "lo difícil es no dar la atención que necesitan mis hijos". Hace cuatro años que viajo por todo el país. Dejo a mis dos hijos mayores en casa y viajo con los menores en medio de incomodidades, gano unos 3.000 bolivianos en cada viaje.
Rosendo Mostajo: "Soy pionero, sueño que valoren mi trabajo". "Siento impotencia de ver a mis compañeros padecer incomodidades. Promovemos la cultura viva del occidente y no recibimos ni un trato justo por parte del Estado en todos sus niveles. Ni siquiera tenemos un espacio digno donde exhibir nuestro trabajo.
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