Satisfechos por la masiva asistencia de la población y el éxito del remate de sus productos, los más de 4.000 artesanos participantes despidieron ayer la Feria de la Alasita.
Luego de cuatro semanas de exposición en el campo ferial paceño, la fiesta de la miniatura llegó a su fin con el tradicional remate de productos de yeso.
Bajo un sol radiante, los “yeseros” se instalaron, luego de algunos problemas, al inicio de la tarde en la avenida del Ejército, en frente a la entrada principal del campo ferial.
La gente llenó el lugar para adquirir alcancías y adornos de yeso. Varias veces en la tarde se escuchó a los artesanos decir: “sobre la base de diez (bolivianos), quién da más”. La gente casi gritaba para que se escuche su oferta, la cual subía de acuerdo a los interesados hasta que el vendedor repetía la última cifra: “40 (bolivianos) a la una, 40 a las dos y vendido”. Así los artesanos apostados en el lugar se turnaban para subastar sus productos que lanzaban a la pugna incluso con cincuenta centavos. Algunos cambiaban la modalidad y vendían sin rematar el artículo a la primera mejor oferta.
La mayoría de las personas no salieron del lugar con las manos vacías, pues se llevaron caballos, elefantes, ángeles, floreros, cuadros y la muñeca Pucca, una de las alcancías más cotizadas.
“A pesar de que apenas nos dieron este lugar para instalar el remate, estamos contentos porque la gente asistió masivamente”, dijo el secretario general de la Asociación de Feriantes (Fenaena), Remigio Mendoza.
En tanto, dentro del campo ferial la masiva presencia de personas ocasionó, en varios sectores, dificultad para transitar. Los puestos con mayor venta fueron los de las suertes que ofrecían alcancías y adornos de yeso, los de bijoutería y los de comida.
Como era el último día, los expositores rebajaron sus precios. En el sector masitas, por ejemplo, se vendió por diez bolivianos la docena de pasteles de 13 unidades.
A este sector le perjudicó la falta de azúcar, según Aydé, una de las feriantes. “La gente ya conoce bien dónde vendemos las masitas, pero por falta de azúcar no pudimos tener mayor oferta”, comentó la vendedora.
Según los expositores, las intensas lluvias caídas en las últimas semanas impidieron una masiva visita a la feria. “Nos fue más o menos, pero no nos podemos quejar. Aunque la lluvia afectó las ventas”, dijo Jenny Portugal. A Ana Quispe, confeccionista de ropa para Barbie, también le fue bien “nomás” este año, sobre todo con la venta de deportivos que ella misma diseñó.
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