domingo, 20 de febrero de 2011

Yatiris, casitas y alcancías de yeso en la Alasita de Brasil

“Llevate pues”, insiste con familiaridad Valeria, (de 30 años) vendedora de artesanías, ofreciendo una casa de yeso de dos plantas en miniatura.

La escena transcurre al mediodía del lunes 24 de enero, bajo un sol despiadado en el Club Regatas Tieté, del Barrio Ponte Pequena de San Pablo, donde se celebra la Fiesta de la Alasita, convocada por la Asociación Praça Kantuta, a la que se dio cita masivamente la colectividad boliviana radicada en San Pablo.

Bendiciones de yatiris

Constancio es yatiri, radica hace ocho años aquí. “Trabajo particularmente, de las casas me llaman para hacérselos trabajos”, sostiene.

Por normas de la eficiente organización de la feria, exhibe sobre su poncho rojo una credencial que reza: “Constancio, Yatiri”. La tarifa por “bendecir” los objetos adquiridos en la feria es de diez reales (unos 40 bolivianos). Los más cotizados son los yatiris llegados desde La Paz expresamente para la ocasión, como don Miguel, que soporta con lluchu y poncho de lana los 30 grados de temperatura reinantes en esta parte de la ciudad.

El sacrificio vale la pena: cobra entre 15 y 20 reales por “bendecida” y los fieles forman cola para acceder a sus servicios.No es lo único que vino de allá. Don Renán (42), quien vende las características alcancías de yeso esmaltado en forma de chanchitos, cuenta que todos los productos aquí exhibidos y puestos a la venta son expresamente traídos desde La Paz para la celebración de esta tradición.

Nada que extrañar

Aquí hay todo lo que se pueda exigir de un buen menú criollo: pique a lo macho, fricasé, chicharrón, silpancho y sopa de maní aunque, de lejos, el preferido de la ocasión es el plato paceño. Es preferible no pensar cuánto se paga.

La relación del real con el boliviano es más o menos de uno a cuatro. Así, una salteña cuesta de 3,5 a 4,5 reales, es decir, entre 14 y 16 bolivianos, mientras que un plato paceño cuesta 16 reales, más de 60 bolivianos.

Una comunidad muy bien organizada
# Tradición La comunidad boliviana reprodujo la Feria de Alasita en el Club Regatas Tieté, del Barrio Ponte Pequena de San Pablo.


# Bolivianos Allí se dio cita masivamente la colectividad boliviana radicada en la capital paulista.


# Asociación Nuestros compatriotas se organizaron en una asociación denominada Praça Kantuta.


# OrganizaciónLa asociación se fundó hace unos 15 años y funcionaba en una pequeña plaza.


# Feria Debido a su crecimiento, años después la Alcaldía de San Pablo otorgó otra plaza, que luego tomó el nombre de Praça (plaza) Kantuta.




Todo llega de La Paz, hasta la cerveza
Los que realmente acertaron en llegar hasta la “Alasita brasileña” son los comerciantes de cerveza. La gente da rienda suelta a su alegría, y se ve a esforzados compatriotas cargando bloques de hielo para mantener frías las “chelas” compradas por docenas.

En el palco hay cuatro “animadores”. Uno es más bien maduro, de la vieja escuela radialista, de esos que nunca dicen cumpleaños o aniversario, sino onomástico y efeméride. El segundo es mucho más joven y abusa de la retórica de dijey (“a ver, dónde están los del Bolívaaaar'”), el tercero es cancherísimo, habla en perfecto portugués y un cuarto habla en aymara.

El plato fuerte de la tarde es la presencia de Gastón Soza, el tipo que escribía y cantaba las canciones de América Pop, de Machacamarca, aquellos hiteros de la cumbia de los 90. Gastón llega en muletas, canta sobre una pista pregrabada maltrecha, pero emociona a todos con su cántico llorón, de camote mal pagado.

La galería revienta. Todo el mundo canta y baila con los brazos en alto. Al atardecer, mientras Soza entona los bises, cerca de los arcos y el punto del corner, algunos ya duermen la borrachera.

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