La venta de pescado bajó en 50 por ciento, según las comerciantes de la feria de la zona El Tejar, La Paz, debido a la escasez de sábalos del río Pilcomayo. Pese a que existen otras variedades provenientes del Chapare cochabambino, la gente no las compra, y las vendedoras se ven obligadas a rematarlas.
“Cuando había sábalo del río Pilcomayo, lo vendíamos a 8 bolivianos. Y ahora que no hay, compramos el pescado chapareño a 15 bolivianos y no nos conviene, porque si no vendemos al día, lo tenemos que rematar sin ganar nada”, dijo Olga Paucara.
Preocupada por la caída de las ventas, doña Olga contó que meses atrás, una pescadera compraba hasta 50 manos (lo que alzan con dos manos) de sábalo de Villamontes y los vendía en el día. Ahora, la realidad es distinta porque la escasez afectó a las vendedoras que vieron disminuir sus ingresos de 50 a 20 bolivianos por día.
CARNE DULCE
La venta al por mayor de la carne de pescado se realiza en la zona Los Andes de la ciudad de El Alto, donde también se vendían sábalos de Villamontes, que se diferenciaban de otros por la dulzura de su carne y su precio accesible, 8 bolivianos, según el tamaño.
Hace un año, según doña Olga, el número de pescados que llegaban desde el río Pilcomayo abastecían mínimamente con 80 cajas diarias a la feria del Tejar, mientras que hoy no existe ni para muestra.
La escasez se empezó a sentir desde noviembre de 2010, coincidieron en señalar varias pescaderas de la feria, pero este mes (junio) ya no llegó ninguna caja a los puntos de acopio y la gente busca los pescados tarijeños porque, según dicen, son dulces.
Los sábalos del Chapare están en exposición en los puestos de venta de las comerciantes, pero las personas los miran y no se animan a comprarlos porque están caros.
BUENAS Y MALAS TEMPORADAS
Existen varios factores que explican las buenas y malas temporadas de pesca que inciden en el costo y la escasez de las variedades, como la contaminación de los ríos y lagos, los fenómenos climáticos además de las fases lunares. En el caso del desastre en el Pilcomayo, en Villamontes, Tarija, fue causado por trabajos civiles de construcción y la contaminación minera, lo que provocó la desaparición del sábalo. Los pescadores tradicionales weenhayek, oriundos del lugar, quedaron sin actividad pesquera.
La contaminación del Lago Titicaca, según la investigación realizada por biólogos de la Colección Boliviana de Fauna, dependiente de la carrera de Biología de la Universidad Mayor de San Andrés, en mayo de 2010, determinó que la vertiente del río Viacha, que alimenta al lago, poco a poco contamina sus aguas dulces y provoca que la fauna piscícola disminuya lentamente.
Amalia Mata, vendedora de pescados karachis, contó que la helada, el viento y la fase lunar también son agentes que condicionan la pesca en el lago. La actividad es mínima cuando las temperaturas son extremadamente bajas y los peces tienden a sumergirse en las profundidades del lago, lo que evita que las redes de los pescadores los alcancen.
“Cuando una captura se realiza en temporadas de viento, el problema es la red”, señaló Mata. Explicó que con olas inquietas, las redes se enredan y no atrapan la cantidad deseada por los pescadores. También la fase lunar influye la actividad, porque su luminosidad, en luna llena, hace que los peces distingan las redes y se oculten.
PRECIOS Y PRODUCTOS
La venta por mayor del pejerrey y trucha se realiza por latas, y el precio se mide según la pesca realizada. Algunas veces cuestan entre 40 y 50 bolivianos y suben hasta 80 y 100 bolivianos, cuando merma la pesca. También se comercializa por arroba con precios que oscilan entre 80 y 100 bolivianos.
Hace 6 años, la venta de karachi al por mayor costaba entre 40 a 60 bolivianos el paquete de 100 unidades, mientras en la actualidad tiene un precio de 120 a 150 bolivianos. Respecto de “la arroba de trucha, en 2010 costaba 200 bolivianos, en cambio ahora se compra con 300 bolivianos. La libra de estos pescados en tamaño grande cuesta 15 bolivianos y los medianos a 12”, informó, Lidia Chura, maestra mayor de la feria de pescados de El Tejar.
Ante la irregularidad en los precios, hay señoras que recurren a costumbres aymaras para mantener sus ventas, tal es el caso de Seferina Quispe, quien elabora el ancestral Ph’aphï (pescado seco) para venderlo. El tradicional bocadillo consiste en la preparación de un karachi joven que se sazona con sal y luego se cocina en piedra caliente. Cada montón de 25 unidades cuesta 5 bolivianos.
Existe incertidumbre en las vendedoras, que apostadas en su negocio, ven resignadas cómo suben y bajan los precios de sus productos, pacientemente se enfrentan a la escases de los sábalos y temen que por las heladas otras variedades suban de precio.
La jornada de trabajo de las comerciantes es de 12 horas. Adquieren sus productos al por mayor en la ciudad de El Alto, luego a partir de las 7 de la mañana comienza la venta cotidiana en la feria de pescados de la zona El Tejar.
PRECIOS EN LA FERIA DEL PESCADO EN EL TEJAR
PESCADO GRANDE MEDIANO
Pejerrey 2 Unidades Bs 18 5 Unidades Bs 12
Trucha 1 Unidad Bs 12
Mauri 25 Unidades Bs 20 25 Unidades Bs 15
Sábalo Chapare Unidad entre Bs 15 y Bs 60 Pilcomayo tamaño mediano Bs 8
Karachi 3 Unidades Bs 10 4 Unidades Bs 10
Ispi Libra con tripa Bs 4 sin tripa Bs 5
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