La avenida Martín Cárdenas que va hacia el Calvario de Urkupiña fue el nuevo escenario en el que ayer comenzó la feria de las Alasitas o la fiesta de la miniatura, en Quillacollo que se alargará hasta el próximo domingo. Si bien la comodidad para los visitantes y los mismos expositores es evidente, a diferencia de lo que ocurría en años anteriores en las angostas vías de la plaza Bolívar y frente al templo de San Ildefonso, las quejas menudearon por la mala distribución de los puestos comerciales.
A lo largo de la avenida Martín Cárdenas fueron instalados puestos de diversos rubros en total mescolanza. Al lado de una vendedora de carnes y embutidos en miniatura habían comerciantes de sandalias, de polleras y de ollas. Las vendedoras de verdura pequeñita estaban situadas la lado de los ofertantes de juguetes, ropa interior y helados.
“La alcaldesa nos prometió ubicarnos de forma organizada, por sectores, darnos seguridad, alumbrado público, pero no hay nada. Es más cómodo, sí, pero al estar mezcladas así, la gente se desorienta y piensa que es un mercado cualquiera, nuestras ventas han disminuido mucho”, se quejó Cinthia Cabezas de la Asociación de Comerciantes Max Fernández. Los feriantes protestaron porque tampoco hubo una buena publicidad sobre el cambio de espacio para las Alasitas, lo que le restó visitantes al evento. La ama de casa Alejandra Ramirez también se quejó. “Antes estaban ordenadas, si quería comprar carne había mucha oferta y una escogía lo que le convenía pero ahora los puestos de carne están alejados unos de otros, no hay cómo hacer una buena selección”, dijo. Sin embargo y pese a inconvenientes del traslado, coincidieron en que la avenida es mucho más espaciosa y cómoda para albergar la feria. Como cada año, los comerciantes derrocharon ingenio y creatividad para ofrecer a la clientela todos los productos que precisa una familia o una empresa en su diario vivir, pero “en chiquito”.
Los creyentes católicos se volcaron a la fiesta, convencidos de que todas las compras realizadas en pequeño -bendecidas después ante una imagen de la virgen de Urkupiña delante del comedor popular Martín Cárdenas- se harán realidad en sus vidas. Los vendedores se dieron modos para fabricar conservas, bolsas de arroz, de fideo, lentejas, maíz, cargas de papa, cansastas llenas de verduras, herramientas de trabajo, cemento, vehículos y material de construcción, en miniaturas.
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