La apariencia original del espíritu dista mucho de la conocida en la actualidad. Según los trabajos de Ponce Sanjinés, se denominaba Tunupa y estaba representado como una persona baja y contrahecha, con una joroba y además dotado con un falo, símbolo de la fertilidad.
Aunque la historia oficial ha identificado a 1781 como el año del nacimiento del Ekeko, esta deidad de la prosperidad acompañó a los pueblos andinos con diferentes rostros desde Tiwanaku.
El historiador Jesús Llusco y el antropólogo Milton Eyzaguirre explicaron ayer que en la era prehispánica las personas con joroba eran consideradas tocadas por el rayo, el q’ixo q’ixo o illapa.
“Esto las hacía personas afortunadas. El mismo principio se aplica al Tunupa, el cual tiene el rayo dentro de su joroba”, explicó Llusco. Esto es lo que lo convierte en dios de la abundancia.
En esta etapa no cargaba ninguna clase de productos o illas, aunque ambos cultos se realizaban durante el jallupacha, el tiempo de las lluvias.Las illas son, básicamente, el espíritu de las cosas. “Es una representación de lo que uno quiere tener. Es la realidad futura en miniatura”, indicó Eyzaguirre.
Es por ello que se compran las figuras. Pero no todas las miniaturas son illas. La jefa de Investigación del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), Luz Castillo, indicó que las artesanías con valor espiritual corresponden a productos que reciben la bendición de la iglesia y de los yatiris. Generalmente son objetos como los billetitos, los documentos, las propiedades y la comida.
Sin embargo, Tunupa no cargó ninguno de estos elementos hasta la Colonia. Las investigaciones aún no han definido cuándo ocurrió la transición; aunque, según la leyenda difundida por Villamil de Rada, el Ekeko surgió durante el cerco a La Paz de 1781, cuando el gobernador Sebastián de Segurola distribuyó alimentos a una población hambrienta.
“Las illas que lleva el Ekeko depende del dueño de la figura. Se puede decir que asimila la costumbre de ‘vestir al santo’ de los católicos”, especificó Castillo.
Hay dos tipos de Ekeko: el ornamental y el ceremonial. Este último suele tener un altar en la casa y su dueño debe cumplir con rituales, como hacerle fumar.
El no realizarlo puede acarrear nefastos resultados. Quizá por eso la popularidad de esta figura se ha deteriorado últimamente, dijo.
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