“Yuca cocida, mantequilla y queso se muelen en un tacú hasta lograr una masa homogénea, la preparación se coloca alrededor de un palito de un centímetro de diámetro por 25 de largo, luego se pone a una altura de diez centímetros sobre las brasas para que doren y el sonso está listo para acompañarlo con una taza de chocolate o café bien caliente. Es un horneado típico ideal para la hora del desayuno o después de la siesta”, explicó con detalles Petrona Ardaya, presidenta de la Asociación 8 de diciembre de Cotoca.
“La arepa tiene otro proceso de elaboración…”, pero eso pocos escucharon. La avalancha humana que se dio cita al santuario de la Mamita, solo quería acceder a los horneados gratuitos que se invitaron durante una hora en el primer Festival del Sonso y la Arepa, efectuado ayer.
La multitud de peregrinos y pobladores recorrió las calles aledañas a la plaza cotoqueña y las proximidades del mercado central, en medio del sol abrasador y las humeantes hornillas improvisadas donde se expusieron sonsos de dos metros de largo, además de los tradicionales de 15 centímetros. Todos buscaban una cortesía o poder comprar estas delicias de la culinaria oriental.
Actividades paralelas
Mientras en las afueras del mercado central se realizaba el festival, los artesanos exponían sus productos tradicionales fabricados con barro, así como los que elaboran y comercializan cuñapeces, horneados de maíz y las delicias dulces derivadas de la caña de azúcar, entre ellas la jalea, los empanizados y las tablillas.
Hubo productos para todos los gustos y paladares
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