Sobre ellas se posan miles de miradas todas las noches y por nada del mundo pueden perder la sonrisa cuando las observan. Tienen que estar siempre atentas, amables y relucientes durante horas y horas en el estand donde les tocó ser azafatas.
Las visitamos, las fotografiamos y les preguntamos cómo están los ánimos a casi cinco días de Expocruz.
Parece que todas leyeron el mismo libreto, porque coincidieron en que están contentas de ser parte del evento y que durante el descanso aprovechan para comer algo o sentarse un momento para darle descanso a sus pies que deben soportar los tacos altos.
Para ellas no es fácil ser azafata. Estar parada por horas sin perder la sonrisa solo es una parte, hay que ser responsable con los horarios y estar informada de los productos que ofrecen las empresas.
En sus carteras no pueden faltar el lápiz labial, las chinelas y el celular, que solo pueden atender cuando están fuera del trabajo.
Les gusta ser el centro de atención y no cuestionan cuando sus seguidores les solicitan una fotografía o un autógrafo.
¿Piropos? Muchos y a cada rato. Ya están acostumbradas a que los varones las llenen de adulos y no les molesta, más por el contrario, disfrutan. Cuando se acerca la medianoche cambian los zapatos de tacón por las chinelas y, en algunos casos, son los cortejos que las ‘auxilian’ para llevarlas a sus casas.
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