Entrar al gigantesco complejo de la Feria de la Importación y Exportación de China es como ingresar a la Torre de Babel. Todas las lenguas del mundo, todos los rostros del planeta se juntan en una mole construida sobre más de 1.000.000 de metros cuadrados. Cameruneses, españoles, alemanes, turcos, griegos, rusos, chilenos, brasileños, coreanos, todas, pero todas las nacionalidades se reúnen en el mismo sitio, con el mismo objetivo: comprar y vender. En toda esa diversidad, el lenguaje común es uno solo: negocios. Hombres con turbantes y, mujeres con velo en el rostro caminan por el gran recinto en el que han habilitado más de 57.000 estands para exponer todos los productos que el hombre logra procesar. Una mujer de pollera habla con dos de sus acompañantes en uno de los pasillos de la Feria de Cantón. Ellos también han cruzado a la otra parte del mundo, desde América, para comprar y vender. Este año se realiza la centésima novena sesión de la muestra, que se inauguró en 1957.
Un grupo de 63 bolivianos se ha inscrito oficialmente para presenciar dos de los tres periodos de esta fase, que se realiza del 15 de abril al 5 de mayo. Más de 200.000 compradores, de unos 210 países del mundo, también se han registrado oficialmente en la muestra. El control del ingreso es riguroso, casi como en un aeropuerto. Solo se puede entrar con la credencial en el pecho, que ha sido otorgada previa invitación oficial de los organizadores.
“Nunca vi algo así. Estuve en varias ferias del mundo, pero esto es enorme, hay de todo”, expresa Angela Foianini, ejecutiva de la empresa Chinga Decoraciones. “Quien no quiere quedar ‘out’ (fuera) del mundo de los negocios, debe necesariamente llegar a este lugar”, complementa el empresario Johnny Salvatierra.
Un día entero no alcanza para observar todo lo que se ofrece en la primera fase de la Feria de Cantón. Por eso, los organizadores han dispuesto que cada periodo dure cinco días. En la parte inicial se exponen productos electrónicos, electrodomésticos, accesorios de vehículos, objetos de metal y herramientas, materiales de construcción, de iluminación y productos de industria química. También sobresalen los productos de tecnología informática. El primer día de la visita a la feria le alcanza a la misión de los empresarios bolivianos apenas para ubicarse en el recinto, organizado en tres áreas: A, B y C.
Por eso es necesario volver los dos o tres siguientes días, si es que se quieren concretar negocios. El idioma es una dificultad, pero no un impedimento para iniciar una negociación. La mayoría de los chinos expositores hablan un inglés muy básico, complementado con el lenguaje universal: las señas. Otros recurren a los intérpretes, que se ofrecen como apoyo, por 100 o 150 dólares diarios, en las afueras del complejo de Pazhou.
“Where are you from” (de dónde eres), es la pregunta de arranque de una negociación por parte de los chinos, que exigen como garantía para el inicio de una conversación seria una tarjeta personal o un catálogo de la empresa compradora. De Bolivia conocen muy poco. “¿Libia?”, preguntan de inmediato, por asociación más que todo fonética.
Quien logra encajar se entrega a una larga negociación que a veces termina con un apretón de manos y otras simplemente con un “bye” (adiós). Terminada la primera fase de la Feria, que este año se realizó entre el 15 y 19 de abril, hay un breve receso de dos o tres días para instalar la siguiente.
Precisamente, el 23 de abril se abren las puertas de la segunda fase, dedicada a la exposición de artículos de consumo diario, regalos y adornos para el hogar. En esta se ve de todo. Desde lo último en rasuradoras hasta preservativos y algunas fórmulas contra la calvicie.
Hablan dos compradores
Es nuestro nuevo San Pablo
Johnny Salvatierra / Empresario de automotores
Viajó por primera vez a China en compañía de su hijo Diego para enseñarle el gusto por los negocios. Johnny Salvatierra, importador de los vehículos Honda y dueño de dos empresas de alquiler de vehículos, dice que también compartirá con sus siete hermanos esta maravillosa experiencia de visitar lo que ya se llama el “taller” o “la fábrica” del mundo.
“El que no va a China no puede considerarse comerciante. Todo lo nuevo viene de allá. De aquí a 5 o 10 años, el que no esté en China no estará en el comercio mundial. He solucionado muchas de mis preocupaciones, como el tema de la calidad”, sostiene.
Según Salvatierra, China es el nuevo San Pablo de los bolivianos. “Yo crecí mirando los negocios de mi padre con San Pablo. Traíamos todo de Brasil. Ahora todo vendrá de China”, añade.
Federico Stelzer es el gerente general de la cadena de supermercados Hipermaxi y tiene su propia impresión de la misión. “Es la segunda potencia mundial y el Hipermaxi se sube así al tren del desarrollo. De aquí se puede aprender la disciplina, el método de trabajo. Tienen el norte definido y los objetivos claros. Hay una buena planificación estratégica a nivel país”, agrega.
La muestra
Fundada en 1957, la Feria de Importación y de Exportación de China tiene dos sesiones por año. La primera se realizó entre el 15 de abril y el 5 de mayo y la segunda se desarrollará en octubre próximo.
Está en el complejo de Pazhou, que cubre 1.100.000 M2, divididos en dos áreas: exhibición interna, de 338.000 M2, y exhibición externa, con 43.600 M2. Cuarenta y ocho delegaciones de comercio, compuestas por más de 20.000 corporaciones, participan en la muestra. En el periodo de la feria de verano del año pasado se movieron más de 34.000 millones de dólares. Los visitantes registrados del exterior fueron 200.612 y hubo 23.599 empresas expositoras.
¿Quién no desea un ‘juguetito’ de estos?
¿Le gustaría tener una fábrica de guantes, de vasos desechables o de bolsitas de champú? Pues lo puede conseguir con inversiones que van desde los 3.000 hasta los 50.000 dólares. En la Feria de Cantón sobresale como atractivo principal la exposición de estos ‘juguetitos’ que lo pueden convertir en un emprendedor, con un monto de inversión relativamente accesible.
Si usted sueña con tener en casa una fábrica de obras de arte, lo puede hacer con el desembolso de alrededor de 27.000 dólares. Esa máquina permite producir unas 1.500 piezas por mes, que replican en madera cualquier obra de arte. Simplemente alguien programa el modelo en una computadora y empieza la fabricación en serie. “Un negocio con recuperación del capital a corto plazo y sin mucho esfuerzo”, comentan Mauricio Méndez y Marco Cortez, atrapados por la novedosa maquinita asiática. En el mismo pabellón de exposición de la Feria de Cantón la empresa Dakumar hace una demostración de una planta que fabrica vasos desechables. Es una de las más atractivas para los visitantes y se cotiza en 50.000 dólares. Si se la trae a Bolivia puede terminar costando unos 70.000 dólares, por el transporte y los impuestos.
Songtian Machine es otra empresa que ofrece máquinas de diversos precios y tamaños para procesar bolsitas para galletas, papas fritas, fideos y otros alimentos.
Jinlong es la empresa que hace la demostración de una máquina que fabrica en serie calcetines y guantes de plástico o hilo. La ofrece por 4.000 dólares. Puesta en Bolivia puede costar cerca de 6.000 dólares.
Una máquina más cara pero novedosa es la que convierte las calaminas en techos con diversas formas. Montar una fábrica así puede costar un millón de dólares. Otro aparato que atrae la atención de los visitantes es la que convierte una lámina de aluminio en material para enmallado.
“Hay que aprender mucho de esto”, expresa el empresario Julio Novillo Lafuente. “En Bolivia importamos cualquier cosa, desde cucharas y cuchillos que son fáciles de procesar con algunas máquinas sencillas. Hay fábricas de velas, de botellas, con costo económico. Hay que motivar a los emprendedores para que produzcan en vez de importar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario